Este alemán de 22 años puede expresarse en 35 idiomas; entre ellos el pastún, un dialecto minoritario de Afganistán. El aprendizaje de un idioma, igual que el de un instrumento musical, es mucho más asequible para un niño que para un adulto. Por eso su gesta tiene mucho más mérito: sumar 35 lenguas en su currículo de polígrota voraz es todo un récord al alcance sólo de mentes casi extraterrestres. ¿Su objetivo? Aprender otras dos nuevas cada año.
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