Ha sido un coloquio enriquecedor, agradable, que ha transcurrido por cauces de normalidad absoluta, incluso cordialidad. Llama la atención la hospitalidad con la que han recibido a un cargo representativo del último vestigio estalinista, régimen acusado por ellos de genocida y brutal. Sería un reto comprobar si ocurre lo mismo con un activista vasco cualesquiera que esté en contra de la doctrina Parot, o que haya hablado con ETA en sueños una noche, y a ver si todo son sonrisas y acusaciones de crímenes contra la humanidad llamándole ‘tovarich’
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