El daño que provoca el consumo de alcohol en el cerebro no se frena inmediatamente después de abandonar el hábito. Así lo demuestra un trabajo conjunto del Instituto de Neurociencias CSIC-UMH, en Alicante, y del Instituto Central de Salud Mental de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, que ha detectado, mediante resonancia magnética, cómo, al menos durante las seis primeras semanas de abstinencia, siguen progresando los daños en la materia blanca, que son como las «autopistas» del cerebro.
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