No era un déspota incapaz de trabajar en equipo. No conoció, y mucho menos encubrió, a un espía soviético. Contribuyó a descifrar Enigma y ganar la Segunda Guerra Mundial, pero su nombre quedó en el olvido y no volvió a sonar con fuerza hasta después de cinco décadas. Flaco favor le ha hecho Hollywood a su memoria.
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