Por cerca de dos décadas, usualmente posando de comerciante de arte corrupto y vinculado con la mafia italiana o los carteles de droga colombianos, ha dirigido emboscadas secretas, engatusando a delincuentes para que le vendan obras de arte robadas. Proteger su identidad es cosa de vida o muerte. Bob Wittman ha estado en el frente de esta guerra contra el robo de arte desde 1989.
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