El aeropuerto sin aviones que inauguraron Francisco Camps y Carlos Fabra se ha convertido en una sangría de dinero del contribuyente. Desde que en el año 2003 se iniciaron los trámites para su construcción, la empresa Aeropuerto de Castellón (Aerocas SL), propiedad del Gobierno valenciano y de la Diputación de Castellón, ha gastado más de 30 millones de euros para darse a conocer a través de patrocinios deportivos, publicidad y ferias.
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