Una cosa es predicar y otra dar trigo. Eso es lo que ocurre en Adolfo Domínguez, cuyo presidente congeló el año pasado el sueldo de sus empleados y reclamó la institución del despido libre. Mientras tanto, el empresario textil contrató en 2009 a parte de su familia: dos de sus tres hijas, su hermana y su cuñado, a los que ha incorporado a su plantilla
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