Empiezan a edades más tempranas y, casi peor aún, beben, literalmente, como cosacos. Los últimos datos sobre el botellón, recogidos en un estudio con 6.000 adolescentes y jóvenes, revelan que los chicos y chicas de 14 años han llegado ya a niveles de consumo similares a los que mantienen los jóvenes de 25.
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