En numerosas ocasiones nos hemos hecho eco de las sofisticadas técnicas utilizadas por el FBI para identificar usuarios sospechosos o ciber-delincuentes por toda la red. Pero a veces no hace falta ser tan moderno, porque las herramientas más clásicas, unida a la confianza excesiva de algunos usuarios, pueden hacer perfectamente el trabajo. Es el caso de la Operación Torpedo, que fue llevada a cabo en el 2012 contra usuarios de varias webs de pornografía infantil alojadas en la Deep Web, y cuyos detalles se están conociendo ahora en los juicios.
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