Hay algo que ningún emulador por más avanzado que sea jamás podrá igualar: el mágico y ruidoso ambiente de una sala repleta de arcades, lugares que debido a los avances de la tecnología desaparecieron casi por completo de la geografía urbana. Básicamente la cuestión es que las consolas actuales tienen mucho más poder gráfico y de proceso que los arcades, sumado al cambio de gustos y costumbres relacionadas al gaming, hicieron que estos lugares no tengan mucho sentido. Sin embargo se extrañan, y cómo. Recordemos un poco esas épocas gloriosas.
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