Por cada 10% que aumente el uso de tarjetas, transferencias o cheques se reduciría un 5% el dinero negro. La abultada presencia de cajeros es una de las causas del escaso número de transacciones electrónicas. En Suecia, por ejemplo, en algunas ciudades ya no se acepta el "cash". Y algunos economistas optan por decir adiós al dinero en efectivo para atajar el problema del dinero "en B". ¿Pero realmente se consigue el objetivo?
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