En Blackpool, Reino Unido, la policía descubrió en 2003 que más de sesenta niñas (desde 11 años) habían sufrido abusos sexuales por trabajadores de locales de kebaps, vinculados con el asesinato de una niña de 14 años. Sin embargo, el informe no se publicó por ser políticamente incorrecto. En el 2007, fueron de nuevo investigados por la desaparición, aún sin resolver, de otra niña. El ex detective Mick Gradwell denunció que la investigación estaba siendo obstaculizada "por la preocupación de no alterar la cohesión de la comunidad."
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