Antes de la misión Rosetta era imposible imaginar que un cometa de los muchos que vagan por nuestro Sistema Solar pudiera albergar semejantes paisajes. Verdaderos acantilados repletos de hermosas formaciones rocosas, extensas llanuras cubiertas de fino polvo con estructuras parecidas a nuestras dunas,… Una visión ante nuestras retinas extremadamente bella. Y eso que aún no hemos visto absolutamente nada.
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