Poca gente pasa por este majestuoso boulevard, atravesado por 12 enormes palmeras y bordeado por frondosos naranjos e imponentes edificios construidos en el siglo XIX. En este pueblo de Ernestina, en la provincia de Buenos Aires, en Argentina, hay menos habitantes que sillas en la iglesia; una iglesia neogótica con vitrales y techo bañado en bronce que los sábados recibe una decena de fieles y cada tanto, cada vez menos, alberga un matrimonio.
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