Kenia es un país profundamente cristiano y la iglesia es firme en su condena al aborto. Pero la implementación de la ley, que prohíbe la práctica -se castiga con 7 años de prisión- excepto en casos donde la vida de madre corre riesgo, es ambigua.Las mujeres más ricas y educadas se aprovechan de los "reglamentos médicos" que lo permiten por la salud física y mental de la madre pero con la aprobación de numerosos doctores. Más de 2.600 mujeres con escasos recursos mueren en hospitales públicos cada año tras someterse a abortos clandestinos.
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