El 56% de las personas que buscaron ayuda en Cáritas el año pasado en la capital tinerfeña son trabajadores con un contrato indefinido pero cuya nómina apenas alcanza el salario mínimo interprofesional, 655 euros mensuales a los que hay que descontar las retenciones correspondientes. Es lo que se ha denominado como nueva clase social, la conformada por los trabajadores pobres, que son aquellos que pese a tener un contrato de trabajo, no logran cubrir sus necesidades básicas
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