En 2021, el precio de la luz duplicó el que existía antes de la pandemia y el del gas se multiplicó por tres. En 2022 y tras el estallido de la guerra en Ucrania, esas cifras se quedaron pequeñas: los precios subieron un 8,4% en el conjunto del año, la cifra más alta de los últimos 35 años. Es evidente por qué el Gobierno relajó en abril los requisitos de su bono social eléctrico, el descuento más importante que ofrece en la factura de la luz, y del bono social térmico, que se dirige a la calefacción y agua caliente, y los amplió en septiembre.
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