Una de las conclusiones que se extrae después de leer todas estas cosas es que los culpables casi nunca pagan. Y a alguno lo condecoran, como a Menahem Begin quien, encima, se llevó el Premio Nobel de la Paz de 1978. Tampoco juzgaron al falangista libanés Elie Hobeika, considerado el responsable material de la matanza de Sabra y Chatila; o también perdonan como hicieron con las guerrillas que habían llevado a cabo la masacre de Sidi Rais en fechas tan recientes como 1997. [LIBRO]
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