Los estadounidenses eligieron simios para sus primeros vuelos espaciales. Los soviéticos y chinos se decantaron por los perros. Pero, ¿y los gatos?¿Es que nadie pensó en los pobres felinos a la hora de mandar bichos al espacio? Pues sí, alguien pensó en ellos. En concreto, fueron los franceses los primeros -y hasta ahora únicos- en enviar a un gato más alto y más lejos que nadie, quizás para llevarle la contraria al resto de potencias espaciales. Aunque pocos se acuerdan de ella, en 1963 Félicette se convirtió en la primera gata en el espacio.
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