Cuando sabemos con antelación que deberemos dirigirnos a un auditorio, la cosa es un poco más fácil: tendremos tiempo para escribir el discurso, ensayarlo, etc. Incluso hacerlo ante alguien para poder observar su reacción al mismo. Siempre es difícil enfrentarse a un público –por pequeño que sea-, pero un discurso escrito nos da mucha seguridad. Pero, ¿qué ocurre cuando estás en una fiesta y alguien pide que dediques unas palabras?
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