La opacidad que, en su opinión, existe en la gestión de los recursos impide que todas las ayudas lleguen a las comunidades locales y, al mismo tiempo, sirve para disimular unas prácticas no siempre beneficiosas para los afganos. “Oxfam ha calculado que entre el 30 y el 40 por ciento de las ayudas vuelven a los países donantes en forma de salarios
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