La historia de la ciencia está plagada de situaciones azarosas. En Atapuerca la naturaleza puso las condiciones para que el tiempo y la vida se fueran acumulando, en estado fósil, en esta sierra de Burgos. Pero no es fruto de la suerte que las cuevas de la sierra de Atapuerca -que albergan un muestrario de la vida a lo largo de cientos de miles de años- estén hoy reconocidas como Valor Universal Excepcional por la UNESCO, al mismo nivel que la Alhambra de Granada. Eso no es suerte, eso es fruto de mucho trabajo.
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