La Unión Europea, establecía un límite máximo de litros de leche de vaca que cada país podía producir. La Comisión Europea puso fin el pasado 1 de abril a la aplicación de las cuotas lácteas estatales impuestas hace 30 años. El problema, ahora, es que las industrias lácteas son las que tienen el poder, y ellas son quienes imponen las condiciones. Muchos ganaderos aseguran que desde las centrales lecheras les ofrecen unos precios de compra muy por debajo de los costes de producción.
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