La manifestación tenía permiso hasta las 9, pero los agentes no esperaron para provocar su disolución. La Solfónica dejó de cantar, la gente levantó las manos, los integrantes del coro alzaron sus violines y partituras y todos corearon al unísono: "Estas son nuestras armas". De fondo, se escuchaban los disparos de las pelotas de goma de la policía. La gente gritó "fuera" y "vergüenza". Las mujeres de la Solfónica volvieron a cantar. El contraste de la música, la gente huyendo y el sonido de los disparos fue una estremecedora metáfora.
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