Más de 140.000 toneladas de residuos radiactivos permanecen depositadas en la fosa atlántica, a 630 kilómetros de la costa gallega, sin ser sometidas a ningún tipo de control sobre su peligrosidad. Estos vertidos, almacenados por bidones, fueron arrojados al mar a principios de los ochenta por la industria nuclear, desbordada por el ingente volumen de residuos que generaba y la falta de alternativas para deshacerse de ellos. A saber cómo están.
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