Eran tiempos de postguerra y de grandes dificultades para conseguir combustibles, de ahí que la opción eléctrica se visualizase ya como una alternativa válida. Aquel 'artefacto', construido con baterías Tudor y un motor de General Electric de un caballo, costaba 180 euros de la época y llevaba el transformador incluido para poder recargar en cualquier enchufe conectado a la red eléctrica, tenía una autonomía de 100 Kms y una velocidad máxima de 45 Km/h, se vendieron 200 unidades y su fabricante fué la empresa Electrociclos de Eibar en 1953.
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