Lo paradójico es que es esa misma derecha la que en días como hoy se pone estupenda, reivindica para sí misma el legado de La Pepa y hasta derrama una lágrima de cocodrilo por el fracaso del proyecto doceañista, olvidando justamente que La Pepa fue posible pese a la España más reaccionaria y que fracasó de manera estrepitosa debido principalmente a ella. Y es que a la derecha española suele gustarle ponerse estupenda, pero siempre con retraso, cuando ponerse estupendo sale gratis, cuando ejercer de liberal y tolerante no entraña riesgo alguno..
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