A Pablo Motos se le ha criticado por su ansia de traer a todos los candidatos a presidente, pero no aplicarles la misma objetividad una vez los tiene sentados en su mesa de hormigas. Revisar ahora su cara a cara con Pablo Iglesias, por ejemplo, es un ejercicio de máxima tensión. Ninguno de los dos estaba cómodo.Pero, a veces, Motos no tiene por qué sufrir. A veces, solo a veces, puede experimentar esa sensación. Ya sabes, la sensación. Anoche fue una de esas noches. Lo suyo con Albert Rivera viene de lejos.
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