Esencialmente, Game of Thrones es una copia mal producida de Corazón valiente, de Mel Gibson, con un toque de pornografía al estilo revista Hustler para condimentar el drama frustrantemente complicado. En un momento puede ser solemne y pretenciosa, e inmediatamente pasar a ser pornográfica. Ustedes podrán ver hombres afeminados teniendo sexo en la bañera mientras hablan de dragones, cadáveres diseminados formando pentagramas satánicos y algunas de las actuaciones más artificiales jamás transmitidas en la pantalla chica.
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