Que vaya por delante que yo no me considero un indignado. Acaso lo estuve en un principio, pero la indignación es como la ira, que ni dura mucho ni hay cuerpo que la aguante. Yo soy, desde hace tiempo, simple, humilde y anónimamente un decepcionado. Uno más. Decepcionado con la política, con los políticos y con quienes les bailan el agua. Y, para que quede claro, digo desde ya que esto no va contra los indignados sino todo lo contrario, que el movimiento 15M cuenta con todo mi apoyo y mi admiración.
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