Debido a ciertos cambios inesperados de la vida — un traslado a Portland, un divorcio — me encontraba muy desempleado. Había una brecha tan grande en mi vida profesional que nadie respondia a mis solicitudes. Así que un amigo, cansado de preguntarme por el trabajo y de pagar por mis bebidas, me dijo: “Conozco un lugar que está contratando”. Me mandó el enlace. Al principio me sorprendió que me hubiera enviado la liga de un sauna gay, pero lo acepté como un desafío. Sorprendentemente, me contrataron.
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