Es difícil encontrar un mejor ejemplo de prosa atroz, vacía, confusa y pedante que la de los comisarios españoles de arte contemporáneo. Ante la necesidad de darle empaque intelectual a la nada más absoluta, dichos comisarios se ven obligados a desplegar una prosa supuestamente erudita que, en realidad, no es más que el amontonamiento de los palabros de moda en la secta artística. Por ejemplo....
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