El pelo y el estrés no se llevan bien. Eso, al menos, era lo que durante años ha ido diciendo un saber popular trufado de anécdotas sobre el asunto. Sin embargo, no solo no sabíamos si esos posibles cambios eran perjudiciales, sino que tampoco teníamos demasiado claro cómo apañárselas el estrés para conseguir alterarnos el cabello. La buena noticia hoy es que un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard ha identificado en ratones cómo las hormonas del estrés trastocan las células madre del folículo piloso y suprimen el crecimiento.
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www.nature.com/articles/s41586-021-03417-2