Un balneario de Mutriku se convirtió en la mayor cárcel franquista de mujeres. En sus celdas fallecieron 170 presas y niños, un episodio olvidado demasiado tiempo. Entre Ondarroa y Mutriku, la playa de Saturraran forma parte de un bello entorno, antaño lugar de veraneo y descanso para turistas adinerados. Las olas llegan con fuerza hasta este arenal que destaca por el peculiar perfil de dos peñascos que, según cuenta la leyenda, adoptaron la forma de dos amantes, Satur y Aran.