"Muchas personas se sienten vagamente desconcertadas por los avances (reales o imaginarios) capaces de alterar mente y cuerpo de maneras novedosas. Los Románticos y los Verdes tienden a idealizar lo natural y demonizar la tecnología. Los tradicionalistas y conservadores, por temperamento, no se fían del cambio radical. [...] El sentimiento general es que, aunque una nueva tecnología fuese capaz de mejorar la vida y la salud y disminuir el sufrimiento y el malgasto, podría ser rechazada, o hasta ilegalizada, si ofende a la dignidad humana."