La británica Debbie Purdy, que padece esclerosis múltiple desde 1995, ha ganado la batalla para forzar al Gobierno de Reino Unido a clarificar la legislación sobre el suicidio asistido. Purdy, cuya enfermedad degenerativa la tiene postrada en una silla de ruedas, quiere saber qué le pasará a su marido si, llegado el caso, decidiera viajar a Suiza, donde la ley deja un hueco para el suicidio asistido, y llevarlo a cabo. La Cámara de los Lores, máxima instancia judicial del país, ha resuelto este jueves que la legislación británica