(...) Como obrera, mujer, trans y pobre un gobierno de derechas supondría certificar mi muerte laboral definitiva, la pérdida de los pocos mecanismos de defensa legales ante la violencia machista y transmisógina y muy posiblemente la conculcación de mis derechos burocráticos, esto es, tener un nombre y un género legal. Esta apisonadora de violencia sistémica no puede pararse en la calle en lo que queda de semana. Esto es un hecho.
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