A menudo ocurre que los rumores recorren los pueblos sin llegar a oídos de sus protagonistas. No fue el caso de Narine, quien evitó a tiempo su propio secuestro. Se encontró con su novio una tarde, aunque aquél no iba a ser el típico paseo vespertino por su aldea, en el sur de Georgia. “Secuéstrame”, le dijo. A él, que había sido rechazado por los padres de ella, no le extrañó demasiado aquella petición. “Si no lo haces tú, me voy a tener que casar con otro que quiere raptarme”, le explicó.
|
etiquetas: georgia , mujer , boda , crónica , periodismo , rapto , secuestro