La investigación muestra por primera vez que la respiración -un elemento clavo en las prácticas de meditación- afecta directamente a los niveles naturales de un mensajero químico en el cerebro llamado noradrenalina. Este mensajero químico se libera cuando somos retados, nos sentimos curiosos, hacemos ejericio, estamos centrados o excitados emocionalmente y, si se produce en los niveles adecuados, ayuda al cerebro a hacer nuevas conexiones. La forma en la que respiramos, en otras palabras, afecta directamente a la química de nuestros cerebros.
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