La cosa empezó a cambiar cuando, a principio de 2019, se publicó un macroestudio con más de mil pacientes en el que se correlacionaba la composición de la microbiota intestinal con la calidad de vida y la depresión. Los investigadores encontraron que las bacterias Faecalibacterium y Coprococcus, productoras de butirato, se asociaban de forma consistente con indicadores de una buena calidad de vida. Por otra parte, las bacterias Dialister y Coprococcus estaban disminuidas en las personas con depresión.
Ahora se acaban de publicar un par de trabajos en Nature Communications que confirman la relación entre la diversidad y composición de la microbiota fecal con síntomas depresivos.
Todos estos estudios no resuelven además la gran incógnita de si el cambio en la composición y diversidad de la microbiota intestinal es la causa de la depresión o si, por el contrario, es la enfermedad la que origina un cambio en la microbiota.