Esta historia empieza hace algo más de 20 años en el desierto de Arizona. Por allí habita una especie de lagarto llamado Monstruo de Gila y os recomiendo que no os acerquéis a ellos porque son venenosos. Como en muchas ocasiones a lo largo de la historia, una casualidad está en el origen de una de las innovaciones más relevantes de la medicina. Resulta que el veneno de Gila, la exendina-4, que fabrica en sus glándulas salivares, es similar a un péptido que generamos naturalmente los seres humanos, el GLP-1. Esta es una de las hormonas clave.
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