Los capilares se encogen, privando al cerebro de la sangre rica en oxígeno que necesita para sobrevivir. Las neuronas se vuelven más pequeñas y sus dendritas, las ramas que forman conexiones con otras neuronas, se vuelven menos complejas, lo que afecta la comunicación dentro del cerebro. Como resultado, las neuronas corticales de los animales cautivos procesan la información de forma menos eficaz que las que viven en entornos enriquecidos y más naturales.
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