Mohamed Bzeek sostiene la mano de su hija de seis años de edad, que nació con una rara malformación cerebral y no puede ver, oír o hablar. Bzeek cuida hace más de dos décadas a niños en el sistema de adopción con enfermedades terminales. Musulmán de origen libio tranquilo y devoto, residente en Asuza (EEUU), sólo quiere que la niña sepa que no está sola en esta vida. “Sé que no puede oír, ni ver, pero siempre hablo con ella”, asegura. “Siempre la sostengo en brazos, juego con ella, la toco. Ella tiene sentimientos, tiene un alma."