Mi padre cumplirá ochenta y tres años el mes que viene, los últimos siete años de su vida los ha pasado postrado en cama, aquejado de un dolencia respiratoria agravada por una peculiar, cómo llamarla, demencia senil. Así las cosas, sus hijos nos turnamos semana tras semana para darle la mejor atención posible, cuando él lo permite, claro. Los martes y jueves vengo a leerle la prensa diaria y revistas de todo tipo, y muy de vez en cuando, algunos libros; el resto de la semana vienen mis hermanos. Casi todos los domingos acudimos...