Un obispo bien regordete y bien cebado y mejor bebido, nos dice desde su púlpito de oro hipócrita que los cristianos de bien debemos tomar nota de quienes no respetan los sentimientos religiosos para que luego a la hora de votar, se castigue a un partido determinado en beneficio de otro. Lo de poner la otra mejilla y el perdón ya para otro día.
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etiquetas: sentimientos , .religiosos
Yo no te voy a enumerar lo que los criminales a los que apoyas han dicho que iban a hacer, porque se basa básicamente en meter miedo a personas que obviamente carecen de… » ver todo el comentario
También arrasan países con ejércitos, y desfalcan naciones enteras condenando a la inanición a sus habitantes.
Fue un golpe de estado de maquinación Vaticana.
Los iban a largar.
Yo no lo llamaría terrorismo, tú si?
hasta mi tia con 90 años que siempre ha sido religiosa cada dia se averguenza mas
No estarían tan gordos los tíos jodiiioos."
(léase con melodía de jota)
www.youtube.com/watch?v=2u0XXpVGUwk
la vagancia es una gran calamidad
trabajar aumenta la dignidad
pero nunca he visto a un cura trabajar
Comer y beber es buscar placer
recomiendo hacerlo con moderación
excelente el vino del sacristán
tiene un cerdo en la barriga monseñor
Condenar el sexo en la juventud
es a causa de la envidia que tenéis
como se os exige que no folléis
no queréis dejar follar a los demás
Presumís de ejemplo de castidad
y vais todos mas salidos que el copón
como sabe más de un… » ver todo el comentario
Qué cosas.
Dejando eso a un lado, me llama la atención que empiece por una crítica al físico de la persona, cosa que seguramente si el susodicho obispo lo hubiese hecho al respecto de la individua en cuestión entonces se lo estaría criticando.
Ah, la hipocresía.
Llamar regordete y cebado a un obispo - - > Bien
Llamar gorda a Lala Chus - - > Mal
Luego que por qué nos va como nos va.
Tu argumento está repetido y es inválido.
Pero, ¿ojo con tocar la/os niña/os?
Cuánta hipocresía y maldad con tono de voz estilo Al Capone.
Los colectivos no tienen sentimientos. Dejen de camuflar la censura con palabrería barata.