La noche ha caido
Suena la lluvia
Brilla la chimenea
Eché a andar por el bosque de avellanos
porque sentía un fuego en la cabeza,
y corté y descortecé una rama
y le até una baya con un hilo;
y cuando echaron a volar mariposas blancas
y se alejaron como estrellas titilantes,
la dejé caer en un arroyo
y pesqué una pequeña trucha plateada.
Tras haberla dejado en el suelo
fui a avivar con mi aliento la llama,
pero algo crujió en el suelo
mientras alguien pronunciaba mi nombre.
Se había convertido en una joven resplandeciente,
y con flores de manzano en el cabello,
que me llamó por mi nombre y echó a correr
perdiéndose en el aire destellante.
Aunque envejezca en mis vagabundeos
por hondonadas y colinas,
alguna vez volveré a encontrarla,
y tomándola de las manos, la besaré en los labios,
y caminaremos entre largas hierbas multicolores,
y cosecharé hasta el final del tiempo
las plateadas manzanas de la Luna
y las manzanas doradas del Sol.
Un corazón perdido
en un camino nuevo
donde nadie sabe dónde ir
porque camino es sendero.
Un sendero que puede llevar
a ninguna parte.
A ninguna parte.
Miedo.
Corazón.
Qué miedo nos trae vivir
cuando la vida es tan corta.
Mira esos aviones,
escucha ese sonido,
esconde tu cuerpo,
tu corazón.
Guerra.
Qué miedo.
Amar no significa nada
cuando tu vida se rompe
en pedazos. Guerra.
Y ya no hay nada que sentir.
Mi corazón late un poco,
todavía.
Ahora menos.
Y ahora nada.
Guerra.
Muerte.
Un corazón perdido.
(ContinuumST. 2010.)
Fue una noche de lunes
de oscuridad sin luna,
y ni un sólo reproche
de tu boca oportuna.
El azahar olía a odio,
el magnolio a tristeza,
las azaleas penaban solas.
Las rejas de tu ventana
cárcel de sombras en la calle.
Pasé de largo,
tan de largo
que olvidé quién vivía allí.
Fue un lunes de noche,
de oscuridad sin luna
y sombras de olvido.
(ContinuumST. Mayo 2012.)
En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
con un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late y no lo sientes...
¡Qué plenitud de soledad, mar solo!
Juan Ramón Jiménez
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardíacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Mario Benedetti
Si ya no vienes, ¿para qué te aguardo?
Y si te aguardo, di por qué no vienes,
verde y lozana zarza que mantienes
sin consumirte el fuego donde ardo.
Cuánto tardas, amor, y cuánto tardo
en rescindir los extinguidos bienes.
Ya quién me salve no lo sé, ni quienes
clavan el alma dardo sobre dardo.
A la mañana, que se vuelve oscura,
sigue la noche, que se vuelve clara
a solas con tu sed, que hiere y cura.
No quisiera pensar si no pensara
que, privado que fui de tu hermosura,
me olvidara de mí si te olvidara.
Antonio Gala
Ya nos reímos
con risas de mañana:
teme a esa deuda.
Cuando me hablan de felicidad
siempre hablo de sonrisas,
palabra inmensa la primera
pequeña coda la segunda,
apéndice involuntario,
fuera de moda.
La segunda.
Incluso una risa
o risotada involuntaria,
placer real y físico.
Felicidad, palabra torcida
llevada al extremo
sin aparente baremo.
Sonrisa, franca y sin dobleces.
Risa, escapada mental
que barrunta la risotada.
Risotada, incontinencia feliz.
Felicidad, palabra truncada
sin contenido aparente.
Ampulosa y vacía.
ContinuumST. Enero 2001
¿Qué es delito?
Es la sangre convertida en mito,
es la puerta abierta del que implora,
es la carne saciando su apetito
cuando otra carne devora;
es la risa de los hombres
mientras la ley llora.
Feindesland. 1994.
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-la tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
"la espina de una pasión;
"logré arrancármela un día:
"ya no siento el corazón".
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
"quién te pudiera sentir
"en el corazón clavada".
Antonio Machado
А следующий раз — глухонемая
Приду на свет, где всем свой стих дарю, свой слух дарю.
Ведь всё равно — что говорят — не понимаю.
Ведь всё равно — кто разберёт? — что говорю.
Бог упаси меня — опять Коринной
В сей край придти, где люди твёрже льдов, а льдины — скал.
Глухонемою — и с такою длинной —
— Вот — до полу — косой, чтоб не узнал!
Traducción: al ingles por Karina McCorkle y al castellano con DeepL
Y la próxima vez, un sordomudo,
vendré a un mundo donde les daré un poema a todos, les daré a todos mi oído.
De hecho, es lo mismo, lo que dicen, no lo entiendo.
De hecho, es lo mismo -¿quién puede entenderlo?- lo que digo.
Dios me lo permita, Corinna
llega de nuevo a esta región, donde la gente es más dura que el hielo, los témpanos de hielo más duros que los acantilados.
Como una sordomuda, con una
trenza tan larga, ¡hasta el suelo!, mientras
no la reconocieras.
Uno llegar e incorporarse el día
Dos respirar para subir la cuesta
Tres no jugarse en una sola apuesta
Cuatro escapar de la melancolía
Cinco aprender la nueva geografía
Seis no quedarse nunca sin la siesta
Siete el futuro no será una fiesta
Y ocho no amilanarse todavía
Nueve vaya a saber quién es el fuerte
Diez no dejar que la paciencia ceda
Once cuidarse de la buena suerte
Doce guardar la última moneda
Trece no tutearse con la muerte
Catorce disfrutar mientras se pueda.
Mario Benedetti
Los arcoíris de aceite
devanan sus laberintos
de porfiadas imposturas
arrecidos de tormentas
como flores venenosas
que Baudelaire olvidó,
y en el nácar de tus huesos
ensayan bajorrelieves
preñados de maldiciones
como misterios guardados
para las piedras rosetas
de algún nuevo Champolión.
No me preguntes por qué.
Pregúntate por qué no.
El miedo siempre
atenaza al corazón,
que no es razón
es ánima.
Eso que nos anima
como las ánimas
en pena o en alegría.
Morir.
Tal vez soñar.
Soñar.
Tal vez morir.
Vivir.
Tal vez sentir.
Sentir.
Tal vez negar.
Morimos cada día
y despertamos
de un sueño eterno
cada día,
a cada hora,
a cada instante.
Una mente nos anima
como si fuéramos ánimas
portando antorchas
en un bosque infinito.
Solas y acompañadas.
Acompañadas y solas.
El miedo siempre
atenaza al corazón,
que no es razón
es ánima.
ContinuumST (Enero, 1999)
Hoy pregunta tú a la esfinge
y no sigas más su juego,
hazte dueño del misterio
que no tiene más arcano
que el lodo con que se oculta,
que no guarda más secreto
que esos posos cenicientos
con olor a columbario
arrumbado en un desván.
Hoy pregunta tú a la esfinge,
pregúntale a dónde van
los pedestales sin nombre
devorados por el musgo,
los airosos frontispicios
orografiados de grietas,
las lápidas funerarias
que conservan sus plegarias
en solemnes inscripciones
que ni el cantero leyó.
Pregunta al bajorrelieve
si no conoce ese juego
de la imagen que es ausencia,
de la letra que se forma
donde ha faltado la piedra,
de la palabra que brota
donde nada importa ya.
Hoy pregunta tú a la esfinge:
que te cuente qué se hicieron
los diplomas y las leyes,
las actas de los concilios
y las charlas de café,
pregúntale dónde fueron
los amigos de la infancia,
dónde huyeron los carteros,
los sargentos, los bedeles,
las hormigas que peleaban
en un frasco de pastillas,
las llaves, las rebeldías,
las flores, los oropeles
de tanto disfraz de rico,
dónde escaparon las tardes
haciendo caligrafía
sobre cuadernos pautados
de blanca inutilidad,
en qué pararon los libros,
los aplausos, los congresos,
las carreras, los afanes,
las verbenas, los diplomas
y los barcos de papel.
Hoy pregunta tú a la esfinge
y sabrás que los enigmas
son escudos, son murallas
para ocultar la tristeza
de ser un cero a la izquierda,
un acento circunflejo
en la mirada de un ibis,
un signo interrogativo
de una frase desertora,
abandonada en un punto
suspensivo por de más.
Frontera plena
de contrabando:
la de la edad.
“No me escondo porque no quiera escucharte, no me escondo porque no quiera verte, no me escondo porque no os quiera.
Mira dentro de mí y verás que sólo estoy deseoso de aprender cómo disfrutar de compartir.
Enséñame a querer tu compañía, enséñame el placer de jugar contigo.
Enséñame cómo disfrutar, cómo aprender y cómo enseñar.
Enséñame a hablar, a compartir y a tener amigos.
Pero, sobre todo, enséñame a disfrutar jugando, hablando y compartiendo.
Enséñame lo que necesito para estar contigo, para estar contigo sin que te sientas rechazado porque no te miro, porque no te hablo....
Enséñame a vivir la vida como una persona más.
Sólo necesito que me enseñes las cosas que no han venido escritas en mí cuando nací.
Y así poder ser como tú, como ellos, como todos, riendo, compartiendo, jugando y hablando....
Sólo enséñame, enséñame cómo hacerlo...
Marcos Temp
En ese lugar lleno de barro
de miedo y anestesia
a bocajarro.
En lugares distantes
manchados de sangre al instante,
rima perdida
para mentes heridas.
Vida.
Tu vida,
latidos que valen poco.
Coge el fusil,
anuda las botas
antes de ser un cadáver
entre el barro inerte.
La guerra,
esa constante mentira
que es más verdad que
la vida.
ContinuumST 1999.
menéame