“Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.”
Becquer
Reptan despacio
caracoles fakires
sobre los cardos.
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
En su memoria... Tu vives, de tus asesinos no quedará ni el nombre
Pafman
Después de algún tiempo aprenderás la diferencia
entre dar la mano y socorrer un alma.
Y aprenderás que amar no significa apoyarse,
y que compañía no siempre significa seguridad.
Comenzaras a aprender que los besos no son contratos, ni regalos, ni promesas…
Comenzaras a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada al frente,
con la gracia de un adulto y no con la tristeza de un niño.
Y aprenderás a construir hoy tus caminos,
porque el terreno de mañana es incierto para los proyectos,
y el futuro tiene la costumbre de caer al vacío.
Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado…
Aceptarás que incluso las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitaras perdonarlas…
Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma…
Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla.,
Y que tú también podrías hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de tu vida.
Aprenderás que las verdaderas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias.
Y que no importa que es lo que tienes, sino a quien tienes en la vida.
Y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir.
Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos,
si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian.
Te darás cuenta que puedes pasar buenos momentos con tu mejor amigo
haciendo cualquier cosa o nada, solo por el placer de disfrutar su compañía…
Descubrirás que muchas veces tomas a la ligera a las personas que más te importan
y por eso debemos decir a esas personas que las amamos,
porque nunca estaremos seguros de cuando será la ultima vez que las veamos.
Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea, tienen influencia sobre nosotros,
pero somos nosotros los únicos responsables de lo que hacemos.
Comenzaras a aprender que no nos debemos comparar con los demás,
salvo cuando queramos imitarlos para mejorar.
Descubrirás que lleva mucho tiempo el llegar a ser la persona que quieres ser,
y que el tiempo es corto.
Aprenderás que no importa adonde llegaste, sino donde te diriges y no lo sabes,
cualquier lugar sirve…
Aprenderás que si no controlas tus actos, ellos te controlaran.
Que ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad,
porque no importa cuán delicada y frágil sea una situación: siempre existen dos lados.
Aprenderás que héroes son las personas que hicieron lo que era necesario,
enfrentando las consecuencias.
Aprenderás que la paciencia requiere mucha práctica…
Descubrirás que algunas veces, la persona que esperas que te patee cuando caigas,
tal vez sea una de las pocas que te ayuden a levantarte.
Madurar tiene más que ver con lo que has aprendido,
de las experiencias, que con los años vividos.
Aprenderás que hay mucho más de tus padres en ti de lo que supones…
Aprenderás que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías,
porque pocas cosas son tan humillantes y sería una tragedia si se lo creyese,
porque le estarías quitando la esperanza…
Aprenderás que cuando sientes rabia tienes derecho a tenerla,
pero eso no te da el derecho de ser cruel.
Descubrirás que solo porque alguien no te ama de la forma que quieres,
no significa que no te ame con todo lo que puede,
porque hay personas que nos aman pero no saben cómo demostrarlo…
No siempre es suficiente ser perdonado por alguien,
algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo…
Aprenderás que con la misma severidad con la que juzgas.
también serás juzgado y en algún momento condenado…
Aprenderás que no importa en cuantos pedazos tu corazón se partió,
el mundo no se detiene para que lo arregles…
Aprenderás que el tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás,
por lo tanto, debes cultivar tu propio jardín y decorar tu alma,
en vez de esperar que alguien te traiga flores.
Entonces sabrás que realmente puedes soportar, que eres fuerte,
Y que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas
cuando creías que no se podía más…
¡La vida vale cuando tienes el valor de enfrentarla!
..William Shakespeare.
A la sombra de mi sombra
me estoy haciendo un sombrero;
sombrero de largas pajas
que he recogido del suelo.
Lo haré con el ala ancha,
que casi llegue hasta el cielo
pa' muchas veces no ver
las cosas que ver no quiero.
No quiero ver injusticias ni miserias;
no quiero ver militares ni princesas;
no quiero ver dictaduras ni pobrezas;
no quier ver religiones ricas, ni reinas.
Que sólo quiero yo ver a los pobres sin miseria;
a los ricos sin dinero desnudos en esta tierra;
a infinitos corazones unidos por el amor
y unidos contra la guerra.
A la sombra de mi sombra
me estoy haciendo un sombrero
pero voy a dejar de hacerlo
para luchar con dos güevos.
Manolo Chinato
Vicente Huidobro fue un escritor chileno creador de una vanguardia literaria llamada creacionismo. Incluso antes de Apollinaire, Huidobro ya había realizado algunos caligramas. Triángulo armónico es uno de los caligramas más conocidos del autor.
Quiero una casa edificar
como el sentido de mi vida.
Quiero en piedra mi alma dejar
erigida.
Quiero labrar mi eremitorio
en medio de un huerto latino,
latín horaciano y grimorio
bizantino.
Quiero mi honesta varonía
transmitir al hijo y al nieto,
renovar en la vara mía
el respeto.
Mi casa como una pirámide
ha de ser templo funerario.
El rumor que mueve mi clámide
es de Terciario.
Quiero hacer mi casa aldeana
con una solana al oriente,
y meditar en la solana
devotamente.
Quiero hacer una casa estoica
murada en piedra de Barbanza,
la casa de Séneca, heroica
de templanza.
Y sea labrada de piedra;
mi casa Karma de mi clan,
y un día decore la hiedra
SOBRE EL DOLMEN DE VALLE-INCLÁN.
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido,
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina;
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan á la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente entre las voces, una.
¿Soy clásico ó romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada,
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo;
-quien habla solo, espera hablar á Dios un día-
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis á bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Antonio Machado
Desde que no puedo verte
siento la perdida
de un mundo atormentado
de suelos llenos de flores
que me recuerdan la muerte,
una soledad sentida
de un silencio amado
porque ya no me quieres.
Pero no importa
porque siento más amor
aunque no sea para ti.
(ContinuumST. 1995.)
Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
Jorge Luis Borges
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.
He puesto dos porque uno se hacia como corto, pero ambos preciosos :|
Gustavo Adolfo Bécquer
¿Y qué quieres que te traiga el año venidero?
Nada, no quiero que me traiga nada, lo único que quiero es que no se lleve…
Que no se lleve lo que ya tengo,
que no se lleve el techo que nos cobija,
el plato que nos alimenta,
la manta que nos abriga,
la luz que nos ilumina,
la sonrisa de mis hijos,
la salud como tesoro,
el trabajo como sustento,
la amistad, la compañía,
los abrazos,
las caricias,
los “te quiero”
los “te amo”
los besos…
que no se lleve los sueños
ni los trocitos del corazón
que lo forman cada persona
que llevo ahí dentro.
Anónimo ( fragmento de una oración portuguesa)
Yo no volveré. Y la noche
tibia, serena y callada,
dormirá el mundo, a los rayos
de su luna solitaria.
Mi cuerpo no estará allí,
y por la abierta ventana
entrará una brisa fresca,
preguntando por mi alma.
No sé si habrá quien me aguarde
de mi doble ausencia larga,
o quien bese mi recuerdo,
entre caricias y lágrimas.
Pero habrá estrellas y flores
y suspiros y esperanzas,
y amor en las avenidas,
a la sombra de las ramas.
Y sonará ese piano
como en esta noche plácida,
y no tendrá quien lo escuche
pensativo, en mi ventana.
Juan Ramón Jiménez
Atardeció sin ti. De los cipreses...
a las torres, sin ti me estremecía.
Qué desgana esperar un nuevo día
sin que me abraces y sin que me beses.
A fuerza de tropiezos y reveses
la piel de la esperanza se me enfría.
Qué agonía ocultarte mi agonía,
y qué resurrección si me entendieses.
Atardeció sin ti. Seguro y lento,
el sol se derrumbó, limón maduro,
y a solas recibí su último aliento.
Quién me viera caer, lento y seguro,
sin más calor ni más resurgimiento,
gris el alma y frustrada entre lo oscuro.
Antonio Gala
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡quiéreme toda… o no me quieras!
Hay golpes en la vida, tan fuertes ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
Y el hombre Pobre ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes ¡Yo no sé!
César Vallejo,
He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...
He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;
Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;
Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.
He renunciado a ti, como renuncia
el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia,
soplando los cristales
en los escaparates de las confiterías...
He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, !cuántas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!
Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño...
Andrés Eloy Blanco (Venezuela, 1896 - 1955)
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas,
que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló
no por eso serán mejor curadas.
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
Y era todo simpatía.
Todo amigos guapos,
bien peinados,
relucientes en sus trajes de domingo.
Era todo admiración,
cuidadosa sensatez,
cortesía repetida
en mil parecidos lances,
cortesía que de usada
entre bostezos aflora,
cortesía funcional
y funcionaria
que a la postre le funciona.
Era todo urbanidad,
correcta moderación,
templanza bien fundida
en moldes de indiferencia,
mesura recalculada
en hastío mercenario
que a cualquier doblez se pliega,
que todo lo tolera
porque todo lo desprecia,
inaccesible a la irritación
porque el mundo le es ajeno.
Era todo blandura y comedimiento,
que si auténtico resultaba repulsivo,
si ensayado, viperino.
Eran todos,
uno a uno,
lo que nosotros no somos,
y esa luz que no sabemos
si es fulgor de hoguera
o fosforescencia de podredumbre
cautivó a la que nos mira
como escombros de otro tiempo,
como restos prescindibles
de una niñez lejana
vestida con la ropa
de los hermanos mayores,
disgustada con el ostensible deterioro
de las caricias y los juguetes,
cautiva tras los barrotes
que otras manos envidiadas
trazaron en los libros
que atestaban la mochila.
Cómo disfrutan
en un bando y en otro
los asesinos.
Mario Benedetti (Rincón de haikus)
Por ti temo yo a la muerte,
por ti tengo miedo yo,
por ti creo en la serpiente,
por ti en la resurrección.
Por ti busco la ocasión
de derrotar lo evidente,
por ti levanto la frente
ante tanta estupidez,
por ti fui ciego una vez,
por ti voy a serlo un ciento,
por ti mantengo el aliento,
por ti soporto la sed.
Por ti escribo estas chorradas
al final de mis jornadas
de grisalla y sordidez.
Por ti volveré a ser pez
en la pecera de Judas,
por ti disuelvo las dudas
y las convierto en certezas,
por ti se vuelven cerezas
los guijarros del camino.
Por ti me importa un comino
la decencia y la honradez.
Por ti cuento yo hasta diez
cuando me hablan del destino,
por ti me volví adivino
y hasta me haré nigromante,
por ti dejaré hasta el vino:
contigo tengo bastante.
Paracaídas
abiertos sobre la luna:
muerte de pluma
A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos
No sé qué tiene el aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos.
Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento;
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.
La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.
O sabe naturaleza
más que supo en este tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.
«Sólo sé que no sé nada»,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.
No me precio de entendido,
de desdichado me precio;
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?
No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.
Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
otros por carta de menos.
Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres,
que desde entonces no ha vuelto.
En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños,
y la de cobre los nuestros.
¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?
Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros.
Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
en el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento;
y algunos, inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.
Virtud y filosofía
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.
Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento,
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.
Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.
Mirando estoy los sepulcros,
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.
¡Oh, bien haya quien los hizo!
Porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños.
Fea pintan a la envidia;
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.
Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir,
piden prestado el tintero.
Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones ni pleitos;
ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién, ni Pascuas dieron.
Con esta envidia que digo,
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.
Lope de Vega
Sé coherente
como cualquier condena
equivocada.
menéame