Nos dijimos adiós.
La tarde estaba
llorando nuestra despedida.
Nos dijimos adiós tan simplemente
que pasó nuestra pena inadvertida.
No hubo angustia en tus ojos
ni en mis ojos.
No hubo un gesto en tu boca
ni en la mía.
Y, no obstante, en el cruce de las manos,
calladamente te dejé la vida.
Fuiste valiente con tu indiferencia
y fui valiente con mi hipocresía,
nos separamos como dos extraños
cuando toda la sangre nos unía.
Pero tuvo que ser,
y fue mi llanto,
sin una escena ni una cobardía.
Tú te fuiste pensando en el olvido
y yo pensando en la melancolía.
Hoy sólo resta de esa vieja tarde
un recuerdo,
una fecha
y una rima.
Así, sencillamente nos jugamos
el corazón en una despedida.
Abriste la cancela del jardín
sin pensar en los lobos de la noche,
segura como estabas
de tener a los dioses de tu parte.
Lanzaron hombres blancos aquel día
licores y bravatas en tu nombre.
El fotógrafo alzó
como un golpe de mar su veredicto,
el cura sonreía
apoyadas las manos sobre el vientre.
¿Por qué nadie avisó de la mentira?
¿Por qué no dijo nadie
que el jardín no era más que un tronco huero
salpicado con flores dolorosas
del color de la sangre y de las lilas?
Sigue inerte la foto en la repisa
proyectando racimos de luz sucia
a todas las esquinas del salón.
Los niños ya se han ido y te preguntas
¿qué cosa es el amor?
Sin fuerzas para huir ni abandonarte.
Alejandro Pedregosa, del libro "En la inútil frontera"
Puede alguien entender
el oscuro sometimiento que la noche
provoca en los ojos del amante.
Si alguien supiera explicarme con certeza
hacia dónde se dirige
la fuga que emprende la soledad
en dos cuerpos desnudos.
Conoce alguien acaso
cómo se limpia el alquitrán de la memoria
o la acometida frialdad de la luz
en las tardes de septiembre.
Entonces, me alegro,
será mejor que aprendamos a vivir
sin dioses.
Alejandro Pedregosa, "Postales de Grisaburgo y alrededores"
Ahora,
nos acariciamos más con los ojos.
Despojadas de la urgencia del deseo,
estas caricias,
-como el sol de última hora-,
son más lentas,
y más suaves,
y más largas,
se diría que no tienen ni principio ni final,
que siempre han estado ahí,
esperándonos,
para cuando nos hiciesen falta.
Ahora,
que empezamos a ser ya
poco más que un estorbo
en los planes de la vida,
son ellas las que nos salvan.
Y lo hacen de mil formas diferentes.
También,
haciéndonos esbozar
una pícara sonrisa
cuando a veces pensamos
en las otras.
Karmelo C. Iribarren
Cumplo al pie de las olas
mi misión en la tierra:
que mi faro dé luz
contra viento y marea.
Soy farero de oficio,
vigía a todas horas,
capitán de una torre
varada entre las rocas.
Paso el tiempo contando
de noche las estrellas,
de día las gaviotas,
los barcos que se alejan.
Pero nunca estoy solo.
Paseo con mi sombra,
converso con el mar,
escucho caracolas.
Por el aire dibuja
el humo de mi pipa
sirenas y veleros
que van a la deriva.
Juan Carlos Martín Ramos
Los sueños son pequeñas muertes,
tramoyas, anticipos, simulacros de muerte.
El despertar en cambio nos parece
una resurrección, y por las dudas,
olvidamos cuanto antes lo soñado,
a pesar de sus fuegos, sus cavernas,
sus orgasmos, sus glorias, sus espantos.
Los sueños son pequeñas muertes,
por eso cuando llega el despertar
y de inmediato el sueño se hace olvido,
tal vez quiera decir que lo que ansiamos,
es olvidar la muerte,
apenas eso.
Mario Benedetti
Yo me muero de amor, que no sabía,
aunque diestro en amar cosas del suelo,
que no pensaba yo que amor del cielo
con tal rigor las almas encendía.
Si llama la moral filosofía
deseo de hermosura a amor, recelo
que con mayores ansias me desvelo
cuanto es más alta la belleza mía.
Amé en la tierra vil, ¡qué necio amante!
¡Oh luz del alma, habiendo de buscaros,
qué tiempo que perdí como ignorante!
Mas yo os prometo agora de pagaros
con mil siglos de amor cualquiera instante
que por amarme a mí dejé de amaros.
Lope de Vega
Hermosa fusión de poesía, grafiti, música y pintura
Este invierno está llevando todo lo que fuimos.
Cada día despierto arrebujándome,
arrebujándome contra tu espalda,
tocándote
para saber que no te has ido con el agua
sonrío y me pregunto si mañana, si pronto,
si algún día de estos,
el llanto sucederá a la lluvia
y el invierno también se meterá en la casa
y no habrá mueble, estante, cortinera,
donde no lave el agua los colores
y nos mojemos todos entre chocorrones y despedidas.
Por eso en las mañanas
bebo la luz en mis pulmones,
abro todas las puertas,
pinto amarillas las risas de las casas,
doy vueltas tenaz a los girasoles,
me prendo el sol en medio de los pechos
y salgo a tocarte, a escribirte,
a decir que no, que no hay cauce que se lleve mi amor
ni aguacero ni ciclón ni viento lacerante
que arranque tu nombre de esta piel
miel de tus días largos.
Los arcoíris de aceite
devanan sus laberintos
de porfiadas imposturas
arrecidos de tormentas
como flores venenosas
que Baudelaire olvidó,
y en el nácar de tus huesos
ensayan bajorrelieves
preñados de maldiciones
como misterios guardados
para las piedras rosetas
de algún nuevo Champolión.
No me preguntes por qué.
Pregúntate por qué no.
Ya nos reímos
con risas de mañana:
teme a esa deuda.
Uno llegar e incorporarse el día
Dos respirar para subir la cuesta
Tres no jugarse en una sola apuesta
Cuatro escapar de la melancolía
Cinco aprender la nueva geografía
Seis no quedarse nunca sin la siesta
Siete el futuro no será una fiesta
Y ocho no amilanarse todavía
Nueve vaya a saber quién es el fuerte
Diez no dejar que la paciencia ceda
Once cuidarse de la buena suerte
Doce guardar la última moneda
Trece no tutearse con la muerte
Catorce disfrutar mientras se pueda.
Mario Benedetti
А следующий раз — глухонемая
Приду на свет, где всем свой стих дарю, свой слух дарю.
Ведь всё равно — что говорят — не понимаю.
Ведь всё равно — кто разберёт? — что говорю.
Бог упаси меня — опять Коринной
В сей край придти, где люди твёрже льдов, а льдины — скал.
Глухонемою — и с такою длинной —
— Вот — до полу — косой, чтоб не узнал!
Traducción: al ingles por Karina McCorkle y al castellano con DeepL
Y la próxima vez, un sordomudo,
vendré a un mundo donde les daré un poema a todos, les daré a todos mi oído.
De hecho, es lo mismo, lo que dicen, no lo entiendo.
De hecho, es lo mismo -¿quién puede entenderlo?- lo que digo.
Dios me lo permita, Corinna
llega de nuevo a esta región, donde la gente es más dura que el hielo, los témpanos de hielo más duros que los acantilados.
Como una sordomuda, con una
trenza tan larga, ¡hasta el suelo!, mientras
no la reconocieras.
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-la tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
"la espina de una pasión;
"logré arrancármela un día:
"ya no siento el corazón".
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
"quién te pudiera sentir
"en el corazón clavada".
Antonio Machado
¿Qué es delito?
Es la sangre convertida en mito,
es la puerta abierta del que implora,
es la carne saciando su apetito
cuando otra carne devora;
es la risa de los hombres
mientras la ley llora.
Feindesland. 1994.
Cuando me hablan de felicidad
siempre hablo de sonrisas,
palabra inmensa la primera
pequeña coda la segunda,
apéndice involuntario,
fuera de moda.
La segunda.
Incluso una risa
o risotada involuntaria,
placer real y físico.
Felicidad, palabra torcida
llevada al extremo
sin aparente baremo.
Sonrisa, franca y sin dobleces.
Risa, escapada mental
que barrunta la risotada.
Risotada, incontinencia feliz.
Felicidad, palabra truncada
sin contenido aparente.
Ampulosa y vacía.
ContinuumST. Enero 2001
Si ya no vienes, ¿para qué te aguardo?
Y si te aguardo, di por qué no vienes,
verde y lozana zarza que mantienes
sin consumirte el fuego donde ardo.
Cuánto tardas, amor, y cuánto tardo
en rescindir los extinguidos bienes.
Ya quién me salve no lo sé, ni quienes
clavan el alma dardo sobre dardo.
A la mañana, que se vuelve oscura,
sigue la noche, que se vuelve clara
a solas con tu sed, que hiere y cura.
No quisiera pensar si no pensara
que, privado que fui de tu hermosura,
me olvidara de mí si te olvidara.
Antonio Gala
“Mereces un amor que te quiera despeinada,
incluso con las razones que te levantan de prisa
y con todo y los demonios que no te dejan dormir.
Mereces un amor que te haga sentir segura,
que pueda comerse al mundo si camina de tu mano,
que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel.
Mereces un amor que quiera bailar contigo,
que visite el paraíso cada vez que ve tus ojos
y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.
Mereces un amor que te escuche cuando cantas,
que te apoye en tus ridículos,
que respete que eres libre,
que te acompañe en tu vuelo,
que no le asuste caer.
Mereces un amor que se lleve las mentiras,
que te traiga la ilusión,
el café
y la poesía.”
Atribuido a Frida Kahlo
“Mereces un amor que te quiera despeinada”, el poema atribuido a Frida Kahlo, fue compuesto en realidad por Estefanía Mitre, jovencísima poeta mexicana. Fuente
Qué fácil parece cambiar una costumbre,
es como remover cenizas de una lumbre,
o basura hasta que salga olor a podredumbre,
hacer temblar su cimiento hasta que se derrumbe,
así que no olvides que eres un ser de costumbre,
y antes de cambiar algo, cambia tu servidumbre.
Fdo. Sr. Cumbre
Tus cabellos, estimados
por oro contra razón,
ya se sabe, Inés, que son
de plata sobredorados.
Pues ¿querrás que se celebre
por verdad lo que no es?
Dar plata por oro, Inés,
es vender gato por liebre.
Baltasar del Alcázar
¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mí están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?
También somos nuestros vacíos
Las palabras que no dijimos
La mano que negamos
Las promesas que no cumplimos
Los días borrados
Las noches frías
Los latidos mudos
Las heridas abiertas
Los pulsos perdidos
Las voces ausentes
Los ecos que fueron olvido
Esa suma de incumplidos
A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir,
bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor
rompiéndome el pecho,
una flor, y decir:
Esta flor, para usted.
NICOLÁS GUILLÉN
Si algún día quieres llorar, llámame,
no prometo hacerte reír, pero puedo llorar contigo.
Si un día logras escapar, no dudes en llamarme,
no prometo pedirte que te quedes, pero podré escapar contigo.
Si un día no quieres hablar con nadie, llámame,
estaremos en silencio.
Pero si me llamas un día y no contesto, ven corriendo a mí,
porque sin duda, te necesitaré".
Gabriel García Márquez
menéame