Aunque no somos conscientes, durante el tiempo que invertimos en cada parpadeo, perdemos 0,4 segundos de flujo visual. En ese tiempo, se produce una extrapolación al cerebro de la información que vemos. Si somos jugadores de videojuegos, estos 0,4 segundos pueden resultar decisivos porque, mientras, el contrincante puede eliminar el personaje con el que jugamos, o nos puede marcar un gol. Es por ello que, inconscientemente, cuando jugamos con videojuegos no parpadeamos, lo que nos puede ocasionar la anomalía ocular del ojo seco.