Durante miles de millones de años, las galaxias satélite más grandes de la Vía Láctea, las Nubes de Magallanes Grandes y Pequeñas, han seguido un viaje peligroso. Orbitando unos a otros a medida que son arrastrados hacia nuestra galaxia de origen, han comenzado a desentrañarse, dejando rastros de escombros gaseosos. Y, sin embargo, para desconcierto de los astrónomos, estas galaxias enanas permanecen intactas, con una vigorosa formación estelar en curso.